
Fornachou vendía tanto que un día se quedó
sin platos ni tazas para servir helado, y tuvo que buscar una solución
de urgencia. Al ver que su vecino apenas vendía unas galletas llamadas
zalabia, tomó unas cuantas, las enrolló y metió dentro un trozo de
helado.
La idea dio resultados: se mantenía dentro sin problemas, así
que empezó a vender los helados en cono.
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