El ritmo cardiaco de una persona lo marca la frecuencia de los latidos del corazón, latidos que se dan gracias a los impulsos eléctricos que hacen que se contraiga el músculo, de esta manera se consigue bombear la sangre por todo el cuerpo. Pero, ¿qué pasa si nos falla el mecanismo? La solución es el marcapasos, un pequeño dispositivo electrónico que permite detectar y corregir fallos en el ritmo cardiaco.
Aunque ahora sea una operación sencilla, de apenas un par de horas de duración, hace unas décadas revolucionó la cirugía cardiaca, pero no tenían nada que ver con los diminutos aparatos de ahora. Eran grandes, pesados y externos, el paciente lo tenía que llevar colgando y enchufado a la corriente.
Hubo que esperar hasta 1958 para ver el primer marcapasos interno que, aunque tan solo duró 3 horas funcionando, fue el inicio de los marcapasos tal y como los conocemos hoy en día. Poco a poco mejoró su diseño, pero el hándicap seguía siendo la duración de las baterías, hasta que en 1971 Wilson Greatbatch ideó la celda de yoduro de litio, y puso solución al problema.
En la actualidad este inconveniente está más que superado, y la vida de los marcapasos oscila entre los 5 y los 10 años, según el grado de utilización de cada paciente. Pero no solo se ha mejorado el problema de la batería, también se ha perfeccionado mucho la técnica de implantación del dispositivo, que ya no tiene por qué ser tan invasiva.
Ahora, en lugar de colocarse bajo la clavícula, existe la posibilidad de implantarlo sin cirugía alguna, utilizando un catéter para introducirlo por la vena femoral. Además, como última novedad, ahora se están empezando a utilizar marcapasos sin cables, la primera implantación en el mundo sin cableado tuvo lugar en España, en el Hospital Infanta Cristina de Badajoz en enero de 2014.
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1 comentarios :
vaya! la verdad es que no habia pensado en eso de la bateria.. menos mal que esta solucionado!
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